OSCAR ANDRADE ESPINOZA
Las manifestaciones estudiantiles de hoy no se parecen a las de ayer. Las revueltas callejeras de antes eran mucho más intensas. Hasta el punto que, por ejemplo, en el Norte de Valencia, en los años noventas, quienes caminaban o transitaban en su vehículo hacia Bárbula (cerca del arco que se ubicaba a pocos metros de la entrada de la Universidad de Carabobo) les lanzaban piedras.
Las protestas de universitarios se diferencian en alto grado, entre época y época. Huelgas de hambre, tomas de vías, de unidades, quema de vehículos y lanzamientos de piedras y bombas molotov eran el escenario cotidiano de los estudiantes que mostraban así su desacuerdo contra medidas antipopulares del gobierno de turno o exigían el cumplimiento del pasaje estudiantil, entre otras reivindicaciones.
También llegaron a protagonizar saqueos. En 1992, en Valencia, hubo una huelga de policías. Aprovecharon la ausencia de la fuerza pública para forzar las santamarías de centros comerciales y llevarse lo primero que encontraran.
De un tiempo para acá, la manera de protestar ha cambiado. No se actúa con tanta osadía. Es cierto que se han producido algunas manifestaciones y quemas de vehículos y de neumáticos, pero ya los motivos de las revueltas no son los mismos que buscan reivindicar necesidades, ahora se protesta con fines políticos, pero sin la contundencia de otrora, porque se las verían con la fuerza pública representada por el gobierno nacional (Guardia Nacional) o policías en estados oficialistas, que no tendrían miramientos para reprimir con todo a quienes (según ellos) alteren el orden público. (Foto de www.empresarioselrosal.cl, foto referencial)
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