Oscar Andrade Espinoza
El Instituto Nacional de Estadística venezolano anunció la tasa de desempleo para septiembre del presente año: 8,4 por ciento, algo mayor que la tasa correspondiente a septiembre de hace un año: 7,2 por ciento.
Las autoridades del INE aseguran que no obstante esta tasa no se compara con el 16,1 por ciento de desempleo en que se encontraba el país en 1999, cuando Hugo Chávez asumió la Presidencia.
Como quiera que sea, no están satisfechos los ciudadanos mayores de cuarenta años, quienes se afanan en obtener colocación laboral, pero deben regresar a sus casas a buscar un analgésico para aliviar el dolor en la nariz, dados los portazos recibidos. De acuerdo con revisiones de solicitudes de empleo, en anuncios clasificados y otros avisos de los medios de difusión impresa, por lo general exigen al aspirante a un empleo, sea de bedel, sea de administrador o de periodista, que no sea mayor de cuatro décadas...
Quienes soplaron recientemente cuarenta o más velas en su torta de cumpleaños, deberán pensar en montar su propio negocio. Si no tiene dinero para hacerlo, aunque sea habrá de vender cotufas. En caso de no tener suficientes recursos para la adquisición de materia prima para elaborar las palomitas de maíz, pues que vaya a la avenida 5 de Julio, Libertador, Paseo Ciencias, Basílica o alrededores de centros comerciales de Maracaibo, a estirar la mano, o, en el caso de Coro, que acuda a la avenida Manaure, Tirso Salaverría o frente al Centro Comercial Costa Azul.
En definitiva, para quien "cometa el pecado" de tener 40 o más años y aspire a emplearse, la tarea sera ardua. Las empresas prefieren a los jóvenes de 25 a 35 años. Ni hablar de los organismos públicos, que han apelado a reducciones de personal (retiro de quienes no comulguen con el oficialismo -si gobiernan chavistas- o con la oposición -si mandan los contrarios a los pesuvistas-).
Quienes no tomaron la previsión de ahorrar o quienes cometieron el desatino de retirarse de su trabajo y cumplieron cuarenta o más años, le espera el ladre, pedir dinero en la calle, trabajar de todero -oficios varios-, pasar hambre, escatimar sus efectos personales -cosméticos- y abstenerse de salir al cine o a tascas.
En Venezuela, ser cuarentón y desempleado es un total drama. Ni que sea amigo del presidente de FEDECÁMARAS o del mismísimo Hugo Chávez hallará colocación alguna en el mercado laboral. (Con foto de laverdadnica.com, foto referencial)
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