Una república situada al norte de un subcontinente. Cada mañana, se amanece sin sobresaltos. Se abre el grifo y el agua corre como cualquier río caudaloso.
En el patio, un huerto despide tomates, papas, cebollas, lechuga, repollos, yuca, zanahorias, remolacha, mangos, melones, patillas, parchitas, piña y otros productos.
Las puertas amanecen abiertas. Nadie entra a robar. Uno sale a la calle y puede tener la seguridad de que no será molestado. Si regresa a la madrugada, no será objeto de asalto.
A las siete de la mañana, al ir al trabajo, el transporte público está en la parada, para llevar al pasajero a su destino.
Las carreteras lisitas, sin ningún hueco. Calles y avenidas, no lucen ningún gramo de basura.
No se ven indigentes. Los periódicos no reflejan esas malas noticias sobre homicidios, robos, hurtos o secuestros, porque sencillamente no ocurren.
El presidente se porta bien. Atiende a la gente necesitada, se ocupa de velar por el buen funcionamiento de los servicios públicos y de los asuntos del país. Los políticos no están pendientes de las comisiones, sino de hacer política, de legislar o de cumplir su labor al frente de algún despacho gubernamental.
¿Verdad que suena extraño?. Si algún ser viviente conoce este lugar que mencioné, que bien podría llamarse El País de las Maravillas, que nos diga dónde está, para irnos para allá...
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