lunes, 18 de enero de 2010

FÁBRICAS DE VELAS TENDRÁN MUCHO TRABAJO Y MÁS GANANCIAS


OSCAR ANDRADE ESPINOZA
La industria de velas en Venezuela prospera en la entrante década. El "fenómeno del niño" ha propiciado la escasez de fuerza hidroeléctrica para activar la corriente alterna que hace funcionar los focos de luz, aparatos electrodomésticos y refrigerantes que conservan los alimentos, el hielo y el agua fría.
Quienes sufran por el racionamiento eléctrico en la noche, deben adquirir muchas velas, porque con el correr de los minutos, la más grande se desgasta en un pestañeo. Se trata de un gasto adicional para el mermado presupuesto familiar, que fácilmente puede rondar los veinte bolívares fuertes.
Varios sujetos se frotan las manos. En las fábricas de velas, ubicadas en Caracas, Maracay, en los estados Miranda, Monagas, Bolívar y Anzoátegui, esos individuos sonríen detrás de la caja registradora. "Ahora si va a entrar plata, porque la gente comprará más velas, gracias a los apagones", dicen ellos.
Antes de la crisis eléctrica en Venezuela, las únicas velas que más o menos se vendían eran las de cumpleaños, además de unas que otras aromáticas. Ahora, con el déficit de generación eléctrica, las fábricas verán multiplicar su trabajo, porque aquellas velitas blancas que dejaron de venderse, ahora las buscarán en las bodegas como pan caliente. Y surgirán vendedores ambulantes que frente a las oscuras casas gritarán: "velas,velas, llevo velas, para el apagón".

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