Oscar Andrade Espinoza
En 1999, Hugo Rafael Chávez Frías llegó al poder. Han transcurrido más de diez años. Desde entonces y hasta ahora lo que se ha observado, a lo largo de este período, es un contrapeso ausente, porque de momento no se vislumbra una agrupación opositora que le mueva el piso al régimen, circunstancia que éste aprovecha para atropellar, al asumir, como si fuera suyo, todos los poderes públicos.
No es como antes. Cuando gobernaba la llamada cuarta república, las voces opositoras se hacían sentir. Había mayor presencia en la calle. En el Congreso se producían debates de una fuerza o de otra, de una ideología o de otra. Hoy la Asamblea Nacional tiene una pequeña representación opositora (Podemos, algunos disidentes de PPT), frente a la hegemonía del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), porque en 2005 los partidos de oposición (AD, UNT, Primero Justicia, ABP, entre otros) cometieron el desatino de abandonar la contienda electoral, alegando que habría fraude.
¿Qué sucede ahora?. Desde el primer "paro cívico", en diciembre de 2001, ha comenzado la debacle de los contrarios al proceso. En abril de 2002, todos saben lo que ocurrió. Ocho meses después, el fracasado "Paro Cívico Nacional Activo", enarbolado por Carlos Ortega, entonces presidente de la CTV (hoy, Ortega es prófugo y exiliado en Perú).
Luego, una que otra "guarimba", como la del 27 de febrero de 2004, con una protesta que terminó con un muerto en Caracas.
Más tarde, el referendo revocatorio presidencial favorece a Chávez.
Todo se desarrolla como un partido de fútbol, donde el equipo que pierde entra en la desesperación y comete errores. La oposición, por ejemplo, durante estos diez años, no se ha molestado en elaborar un proyecto de país ni de construir un liderazgo; se puede decir que Chávez es al mismo tiempo gobierno y oposición.
En 2006, Manuel Rosales (otro que se encuentra en Perú) fue el aspirante opositor a la Presidencia. Resultó derrotado por Chávez. De paso, lo acusaron de corrupción, a pesar de haber sido electo alcalde para la ciudad de Maracaibo en 2008 y por eso se vio precisado a hacer mutis hasta la capital peruana, debido a la requisitoria judicial. Un plomazo al ala.
La única victoria de los adversarios al oficialismo fue en 2007, cuando la reforma constitucional propugnada por Chávez no fue favorecida por los electores.
Sin embargo, los rojos barrieron en 2008 (no vimos a los estudiantes defendiendo los votos, como en 2007), en las elecciones de gobernadores y alcaldes, y en 2009, con la enmienda que otorga al Presidente la potestad de postularse como candidato tantas veces como quiera (indefinidamente).
Ese cúmulo de reveses, la carencia de un líder y la falta de un plan que "enamore" a muchos venezolanos decepcionados de la política, pone contra las cuerdas a la oposición venezolana.
Ya no se ven esas marchas de 2002, 2003 y 2004, como las de la gráfica, cierto, fueron multitudinarias, pero sin norte y la prueba fue cuando quienes supuestamente encabezaban la marcha del 11 de abril de 2002 ordenaron continuar la manifestación hasta Miraflores.
José Vicente Rangel, analista político, percibe así lo que viven los opuestos al chavismo: "La oposición tiene una inclinación natural al fracaso absoluto. Hay carencia de programa, de proyecto de país; falta de liderazgo, con unos dirigentes sin conexión con la realidad, erráticos".
¿Será esto lo que sucede con quienes quieren un gobierno diferente al de Chávez?. Que comiencen a construir un liderazgo, un proyecto de país. Que ofrezcan alternativas para situaciones como la inseguridad o los reiterados apagones, que sean capaces de aprovechar las debilidades del gobierno para ofrecer una opción de cambio, con la idea de ganar apoyo significativo entre los electores y de este modo dobleguen en el futuro al chavismo.
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