EL LEGADO DEL 11-A
OSCAR ANDRADE ESPINOZA
Hace 9 años, 19 personas perdieron la vida, durante una multitudinaria marcha hacia las inmediaciones de Miraflores. Horas antes, un grupo de líderes opuestos al gobierno, después de finalizar una marcha hacia instalaciones de PDVSA, llamó a quienes se manifestaban contrarios al oficialismo a ir "hasta Miraflores".
Lo demás es harto conocido: 19 personas que perecieron a balazos, por parte de individuos cuya identidad se desconoce. Después de esa masacre, se acusó al presidente Hugo Chávez de tener las manos llenas de sangre y se le exigió la renuncia y posteriormente fue trasladado a una isla del Caribe, con fines que aún son misterio.
Dos días después de haber sido separado Chávez del poder, varios ciudadanos exigieron el regreso del mandatario nacional y quienes momentáneamente habían detentado el poder nacional, con Pedro Carmona Estanga a la cabeza (era entonces presidente de FEDECÁMARAS), huyeron ante la protesta popular.
En la madrugada del 14-A el presidente retomó su cargo y enderezó algunos entuertos que originaron esas protestas sangrientas, tres días antes.
La gota que rebasó el vaso
Antes de producirse la masacre del 11 de abril de 2002, se desarrollaron hechos que generaron protestas por parte de factores de poder, sobre todo empresarios o gerentes petroleros.
El presidente Hugo Chávez anunció el 13 de noviembre de 2001 una serie de reformas que se concretarían entonces a través de una Ley Habilitante, con la incorporación de 49 leyes. Entre esas leyes figuraban la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, la Ley de Hidrocarburos y la Ley de Pesca y Acuacultura.
El empresariado y diversos gremios protestaron. La Ley de Tierras planteaba la toma o redistribución de tierras que sobrepasaran las 5000 hectáreas o se consideraran improductivas; la de Hidrocarburos exigía mayoría gubernamental en las nuevas asociaciones petroleras, además de propiciar el incremento de los ingresos del estado a través de la producción petrolera, y la de Pesca ampliaba la zona de protección costera, de tres a seis millas, donde no se permite la pesca de arrastre, además de obligar a las industrias pesqueras realizar ese trabajo mar adentro.
Luego del anuncio del presidente Chávez, FEDECÁMARAS, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), hoy prácticamente desaparecida, y otros gremios decidieron convocar a un "paro cívico" para el 10 de diciembre de 2001. Después de ese paro, que algunos consideraron exitoso y otros tantos un fracaso, el grupo de empresarios llamó a Chávez a que "rectifique".
Sin embargo, la gota que rebasó el vaso fue la decisión de despedir, el presidente de la República, a gerentes de PDVSA encabezados por Juan Fernández, quienes se manifestaron contrarios a la designación de Gastón Parra Luzardo como presidente de la industria petrolera y cuestionaron que con ello se daba al traste con la meritocracia, el ascenso de los gerentes por méritos, no por hechos políticos.
A raíz de esa medida, tomada el 7 de abril, los días sucesivos fueron de paros escalonados, hasta la "huelga indefinida" anunciada por los presidentes de FEDECÁMARAS, Carmona Estanga, y de la CTV, Carlos Ortega Carvajal, hoy fuera del país acusados de rebelión.
Hasta que llegó la gran marcha del 11-A que dejó el número de muertos ya descrito.
Después de haber finalizado momentáneamente la crisis, el presidente Chávez echó para atrás la designación de Parra Luzardo como titular de PDVSA y reenganchó a los gerentes petroleros.
Después de 9 años, nadie sabe quién asesinó a esos 19 ciudadanos, que no son perros ni gatos ni palomas, sino seres humanos. Salvo la sentencia a jefes policiales de la cuasi extinta Policía Metropolitana, los comisarios Iván Simonovis, Henry Vivas y Lázaro Forero, acusados por su presunta relación con los hechos, aún se desconoce a ciencia cierta quién o quienes ordenaron esa masacre, que al parecer no fue fortuita. (Con foto de periquera-periquita.blogspot.com)
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