viernes, 3 de abril de 2009

JUGAR CON FUEGO

Por: Oscar Andrade Espinoza
A pocos días de cumplirse siete años de la masacre ocurrida el 11 de abril de 2002, en el Centro de Caracas, pareciera que el gobierno pretende celebrar ese acontecimiento, con el encierro, por treinta años, de exfuncionarios de la Policía Metropolitana.
La jueza cuarta de juicio de Aragua, Maryorie Calderón, determinó dictar sentencia condenatoria a Henry Vivas, secretario de Seguridad Ciudadana de la Alcaldía Metropolitana de Caracas para ese entonces; Lázaro Forero, director de la PM en ese momento, e Iván Simonovis, alto funcionario de seguridad durante el gobierno del alcalde mayor de la época, Alfredo Peña.
Tras las rejas irán estos ciudadanos por treinta años, acusados de ser responsables de los sucesos del 11-A; saldrán de viejos, tal vez el gran cacao de los llanos siga al frente de Venezuela (en el 2039, no les extrañe, con 85 años a cuestas).
Otros seis funcionarios de la PM recibieron condenas entre tres y diecisiete años, dos fueron absueltos.
Al general en jefe Raúl Isaías Baduel, jefe militar en Aragua cuando ocurrieron los sucesos de abril de 2002 y factor determinante en la salida de Hugo Chávez de su lugar de reclusión, le pusieron las cinchas y pasarán muchos años para que vea el sol. Ya lo dijimos, Beelcebú no es bueno pagando bien.
Igual que un jarroncito chino quedará Antonio Ledezma. Por encima de él estará un vicepresidente del Distrito Capital -de pronto, Aristóbulo o cuidado si no el mismísimo Juan Barreto, con su cara tan lavada-, quien administrará los recursos de esa entidad, vale decir, a la Alcaldía Mayor no le darán ni una sola puya más. Esto gracias a la Ley Orgánica del Distrito Capital, aprobada en la Asamblea Nacional.

Estas decisiones, a pocos días de cumplirse siete años de la masacre de abril, parece que procuran, por parte del sector oficial, jugar con fuego, parece que buscan como dirían los guaros, "cuquear" a la oposición, provocarlos, que caigan en la trampa y hagan manifestaciones como esa gran caminata que el 11-A de 2002 terminó con diecinueve muertos, o como hizo un grupo de militares que tomó la Plaza Francia de Altamira, o un "paro cívico nacional activo", como el organizado por la hoy entelequia de la CTV y Carlos Ortega al frente.
Se presume que los oficialistas quieren colmar el plato a los opositores, para que éstos se pongan sumamente bravos y salgan a las calles a cometer quién sabe qué dislates y caigan presos por estúpidos.
Los llamados escuálidos deben respirar profundo y no caer en el juego. Árboles gigantescos han caído y esa caída es similar a un gran golpe. Que esperen a que caiga el árbol, pero eso sí, que no actúen en ese momento como aves carroñeras, porque puede ser que queden vestigios del hoy oficialismo y se los cobren sumamente caro.

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