OSCAR ANDRADE ESPINOZA
Fueron horas durante las cuales muchos venezolanos no lograron conciliar el sueño. Horas de locura, de desafuero, que impactaron en cada uno, igual que aquel día en que supermercados y otros establecimientos eran arrasados por el saqueo, el 27 de febrero de 1989.
Mucha gente recuerda cuando las televisoras comerciales dividieron la pantalla; minutos antes, por órdenes presidenciales, los canales fueron sacados del aire, pero lograron la reconexión vía satélite.
En el instante en que se reconectaron, el común de los venezolanos vio con horror la pantalla dividida; el presidente hablando en cadena nacional y, al lado, el dantesco escenario de disparos y ciudadanos cayendo desplomados, gracias a los indiscriminados balazos.
Transcurrían las horas y todo era incertidumbre. Al caer la noche, un personaje político aseguraba que el presidente se iba para Cuba, con las manos llenas de sangre. Segundos después, las televisoras dejaban escuchar gritos de personas en plena autopista: "asesino", "asesino", "asesino". Muchos venezolanos comenzaban a pensar lo peor. ¿Será que él fue capaz de...?. Nooo...
Individuos ávidos de saber qué iba a suceder, antes de finalizar la noche del 11 de abril de 2002, prefirieron esperar. Había muchos rumores. Que el presidente había renunciado; que estaba preso.
Ya entrada la madrugada del 12 de abril, se observaba un personaje uniformado, escoltado por oficiales, rumbo al Fuerte Tiuna. ¿Sería el presidente?.
Pasaban las horas y nada se confirmaba. Hasta que un general anunció a través de la televisión: "Se le solicitó al señor presidente de la República, la renuncia a su cargo, la cual aceptó".
Amanecer del 12. Unos cuantos lloraron, cuando escucharon al alto oficial. Otros tantos rieron. Los más atrevidos, celebraron. Unos pocos no durmieron, viendo la televisión para obtener más información.
Plena mañana del 12. La voz de un connotado periodista se escuchaba a través de la televisión, mientras el aroma del café se dejaba oler. "Venezuela amaneció bien, bien, bien, bien. Muy buenos días, tenemos nuevo presidente.
Pedro Carmona Estanga, presidente de FEDECÁMARAS, organismo que agrupa al empresariado venezolano, fue el ungido (¿por quién?).
Transcurría la mañana. Grupos políticos adversos al presidente tomaron las calles, las gobernaciones, las alcaldías. Era una especie de locura. Que lo diga Blanco La Cruz (gobernador del Táchira en 2002), víctima de golpes en la cabeza y la toma de la gobernación. Esa mañana fue de terror para Tarek Willams, hecho preso, al igual que el entonces ministro Rodríguez Chácín, sobre quien llovió una andanada de golpes en la moyera. Peor la pasó el entonces embajador cubano, Sánchez Otero, cuya sede diplomática fue objeto del corte del servicio eléctrico y del agua potable (supuestamente allí estaba escondido Diosdado Cabello, entonces vicepresidente).
La tarde del 12 fue peor. "Se declara el cese de funciones de la Asamblea Nacional, de la Fiscalía General, de la Defensoría del Pueblo, del Consejo Nacional Electoral. La nación vuelve a llamarse República de Venezuela", era la voz de Daniel Romero, maestro de ceremonias de la "toma de posesión de Carmona". Horas después, Romero estaría sentado en el piso, en una esquina, llorando como niño, cuando el 13 de abril ocurrió lo que todo el mundo sabe: el alzamiento de factores aliados al presidente depuesto y la toma de Miraflores, que produjo la intempestiva salida del presidente de FEDECÁMARAS de Palacio.
Es que el fiscal general de entonces, Isaías Rodríguez, solicitó a los medios audiovisuales que le tomaran declaraciones, que haría un anuncio importante, posiblemente su renuncia. Pero la sorpresa fue cuando dijo el que presidente no había firmado su dimisión, segundos antes de que las televisoras lo sacaran abruptamente del aire.
Aquellas risas y aquellos ensordecedores aplausos ante la voz de Daniel Romero se convirtieron horas después en llanto. Lamentaron que por una torpeza se viniera todo al piso.
Mientras tanto, nada se sabe. ¿Quién o quiénes acabaron con la vida de 19 ciudadanos en Caracas, durante ese infausto 11 de abril?. Es la pregunta de las cuarenta mil lochas que nadie responde. Muchas conjeturas, todas sin fundamento. El tiempo se encargará de dar la respuesta.
La tarde del 12 fue peor. "Se declara el cese de funciones de la Asamblea Nacional, de la Fiscalía General, de la Defensoría del Pueblo, del Consejo Nacional Electoral. La nación vuelve a llamarse República de Venezuela", era la voz de Daniel Romero, maestro de ceremonias de la "toma de posesión de Carmona". Horas después, Romero estaría sentado en el piso, en una esquina, llorando como niño, cuando el 13 de abril ocurrió lo que todo el mundo sabe: el alzamiento de factores aliados al presidente depuesto y la toma de Miraflores, que produjo la intempestiva salida del presidente de FEDECÁMARAS de Palacio.
Es que el fiscal general de entonces, Isaías Rodríguez, solicitó a los medios audiovisuales que le tomaran declaraciones, que haría un anuncio importante, posiblemente su renuncia. Pero la sorpresa fue cuando dijo el que presidente no había firmado su dimisión, segundos antes de que las televisoras lo sacaran abruptamente del aire.
Aquellas risas y aquellos ensordecedores aplausos ante la voz de Daniel Romero se convirtieron horas después en llanto. Lamentaron que por una torpeza se viniera todo al piso.
Mientras tanto, nada se sabe. ¿Quién o quiénes acabaron con la vida de 19 ciudadanos en Caracas, durante ese infausto 11 de abril?. Es la pregunta de las cuarenta mil lochas que nadie responde. Muchas conjeturas, todas sin fundamento. El tiempo se encargará de dar la respuesta.
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